El papel de la mujer en la consolidación de la paz y el desarrollo de las generaciones futuras
Roma Al-Damasi es una activista por la paz y fundadora y presidenta de la Fundación Khadija para el Desarrollo (KFD) y del centro inclusivo para personas con discapacidad del suroeste de Yemen. También es una de las pocas mujeres que forman parte de los comités de resolución de conflictos de su región. Al-Damasi ha transformado la vida de mujeres, minorías y personas con discapacidad gracias a su labor humanitaria, de defensa de los derechos humanos y de consolidación de la paz.
Al-Damasi ha creado un grupo de defensores de la paz en el suroeste de Yemen. Ha formado a defensores de la paz de 45 organizaciones de la sociedad civil, entre ellas 80 mujeres, en estrategias de paz y resolución de conflictos, y ha dirigido la creación de 15 asociaciones dirigidas por mujeres en aldeas que defienden los derechos de las mujeres y las minorías. Como resultado, más de 500 voluntarias de la comunidad han recibido formación para abordar actitudes sociales negativas y disputas relacionadas con la educación de las niñas, el matrimonio precoz, la violencia doméstica y la discriminación de las minorías. Los esfuerzos de Al-Damasi han animado a los padres conservadores a escolarizar a sus hijas. Al-Damasi contribuyó al Programa de Matriz de Derechos de la Mujer y Consolidación de la Paz, que formó a 63 mujeres activistas en la gobernación de Al-Dhalea y las ayudó a formar una red de mujeres para reproducir la formación para la paz.
¿Cómo mantiene la ley la paz y el orden en una sociedad?
La realidad a la que se enfrentan las mujeres y las niñas en escenarios de conflicto y su papel en la consolidación de la paz no mejorará a menos que se adopten medidas más firmes y decisivas, así como un claro impulso político y financiación para los objetivos acordados en la Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El 31 de octubre de este año se cumple el 15º aniversario de la histórica Resolución 1325 (2000) de la ONU, que reconoce el impacto desproporcionado y único de los conflictos armados sobre las mujeres y las niñas (diferente del que sufren los hombres y los niños), y el papel clave de las mujeres en la prevención y resolución de conflictos, y en la construcción y consolidación de la paz. A la luz de los limitados y desiguales avances logrados, sólo un compromiso redoblado y permanente con la agenda “Mujeres, paz y seguridad” -que contribuya a superar los obstáculos al progreso aún existentes, que asuma los nuevos retos y amenazas emergentes e impulse medidas concretas- puede asegurar la protección de los derechos de las mujeres en los conflictos, su plena presencia en la prevención y resolución de los conflictos armados y su participación en la construcción de la paz. España, que presidirá el Consejo de Seguridad el próximo mes de octubre, y que ha señalado la igualdad de género como una de sus prioridades durante sus dos años de mandato, tiene la oportunidad, en alianza con otros Estados miembros, de desempeñar un papel de liderazgo en Naciones Unidas, que debería traducirse también en un nuevo Plan de Acción Nacional con nuevos compromisos y mayor coherencia.
Género, conflictos y consolidación de la paz
Las organizaciones de la sociedad civil pueden actuar con relativa libertad, pero los avances son frágiles y recientemente se han producido varias detenciones de personas implicadas en grupos de interés de la sociedad civil.
Malí es uno de los países más pobres del mundo, con casi la mitad de la población viviendo en la pobreza y esa cifra va en aumento. La mayoría de las personas que viven en la pobreza se encuentran en zonas rurales densamente pobladas, y las mujeres y los niños son especialmente vulnerables.5 Los efectos del clima, con lluvias inciertas, inundaciones y sequías, hacen que el acceso a los alimentos sea inseguro. El número de desplazados internos está aumentando, al igual que las necesidades humanitarias.
La situación de los derechos humanos sigue deteriorándose, especialmente para las mujeres y los jóvenes. El trabajo infantil está muy extendido y la igualdad de género no existe en todos los niveles de la sociedad, a pesar de que la Constitución prohíbe la discriminación por razones de género. La mutilación genital femenina y la violencia de género son frecuentes y van en aumento.
El proyecto es una colaboración entre organizaciones nacionales y la Fundación Internacional del Partido del Centro (CIS), el Foro Verde, el Centro Internacional Olof Palme (OPC) y el Centro Internacional Demócrata Cristiano (KIC).
Obstáculos a la participación de las mujeres en los procesos de paz
En todo el mundo, los conflictos complejos y las crisis humanitarias siguen asolando comunidades y obstaculizando el bienestar general y la prosperidad de las sociedades. Las mujeres suelen ser las más afectadas por estas crisis, soportando la peor parte de los conflictos y pagando un precio más alto de la devastación: desde el aumento de la discriminación y la violencia de género, hasta la disminución de estructuras y programas sensibles al género. Sin embargo, siguen estando excluidas en gran medida de los procesos de paz, a pesar de las abrumadoras pruebas que demuestran que la participación de las mujeres en la consolidación de la paz y la mediación conduce a una paz duradera y positiva que va mucho más allá del mero silenciamiento de las armas.
Aunque se han logrado importantes avances desde la adopción de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2000, la participación y representación directas de las mujeres en los procesos de paz formales sigue siendo el único ámbito que se ha quedado rezagado en la aplicación de la agenda Mujeres, Paz y Seguridad (WPS, por sus siglas en inglés). Entre 1992 y 2019, las mujeres sólo representaron el 6% de los mediadores, el 6% de los signatarios y el 13% de los negociadores en todo el mundo.